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porta sit tc — $2 — ante Dios por los pecadores? ¿Qué te parece haría un Señor de aquel criado suyo que, viendo hurtar un ganado de su amo, no diera un paso para rescatarlo, Ó que viendo que destruyen sus fincas ó viñas, lo mi- rase con indiferencia? ¿No es verdad que le trataría de siervo desleal porque no defiende sus haciendas? ¿No ponderaría los gastos, trabajos y cuidados que le cos- taron adquirirlas? ¿No lamentaría el que todos sus desvelos quedasen sin provecho por el descuido de un mal criado? Pues si eres ministro ó criado de Dios y ves que se pierde su hacienda que son las almas, sin decir tú una palabra ni dar un paso por ellas, ¿cóma te admitirá la excusa tu Señor? MEDITACIÓN SEGUNDA Cuánto agrada á Dios el que se dedica con celo á la salvación de las almas PRELUDIO: Imagínate al Buen Pastor, que celoso por el bien de Jos hombres, te dice: Si me amas, trabaja con denuedo por ganarme muchas almas. Considera con atención que, si bien es cierto que agrada á Dios el que vigila en la guarda de su alma, complace mucho más al corazón divino, según nos enseña San Bernardo, aquel que vigila también y es solícito por las almas del prójimo. Para convencerte de esta verdad, te basta recordar el encargo que nuestro Divino Salvador dió al Prínci- pe de los Apóstoles, San Pedro, después de haberle preguntado hasta tres veces si le amaba: Pasce oves meas. (Joan. XXI. 17), Apacienta mis ovejas. No pa-

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