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— Y — de la tarde, debe emplearse un estilo sencillo, pero correcto, claro y acomodado á la capaci- dad de los oyentes, que en su mayor parte serán ordinariamente artesanos, sirvientes y labra- dores. No vacilen en bajar la mano á casos particulares con oportunas aplicaciones, refi- riendo ejemplos y valiéndose de comparacio- nes, que revistan á la plática de instrucción y amenidad. 66. Procuren los PP. Misioneros, especial- mente el que tenga el sermón moral, posesio- narse bien de lo que han de predicar, y ante todo, enfervorizarse antes en la oración, para que por redundancia de amor, prediguen con verdadera emoción de espíritu. 67. Nunca reprendan ó hablen al pueblo, llevados de su carácter, enojo y ardimiento, sino que á la oportunidad y discreción en el corregir los vicios, deben añadir la prudencia, recordando que un Misionero es un médico de enfermos espirituales, áquienes más aprovecha de ordinario el bálsamo de la misericordia que el vino de lajusticia. 68. No estará de más advertir que, cuando dos Misioneros hábiles para predicar así los sermones como las pláticas, hubieren de dar

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