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- 136 geles y pastores al nacimiento de Cristo, ¡Oh! ¡y cuánto te ama Dios, que se ha hecho niño, y está tiritando de frío por tí! Adórale, pues, en espíritu con todo fervor. Al volverse el Sacerdote de cara al pueblo, dicien- do: Dominus vobiscum, acuérdate de la caridad in- mensa con que Jesús hablaba á sus discípulos, acogía y perdonaba á los pecadores. Las colectas ú oraciones que dice el Sacerdote, sig- nifican las muchas veces que Jesús oró por nosotros en el decurso de su vida... Ahora también ruega por tí el Sacerdote, en nombre de toda la Iglesia: ¿y qué no alcanzará, pidiendo en nombre de tal esposa, y por los méritos infinitos de su esposo y medianero Jesu- cristo? La epístola denota la predicación de los profetas, . y especialmente la de San Juan Bautista. No envidies la suerte del pueblo escogido: hablándote está Dios también ahora por esas admirables epístolas, dictadas por el Espiritu Santo, y por las exhortaciones de sus ministros: escúchalas con atención y docilidad si quieres ser del número de los predestinados. En el gradual considera la penitencia que hacían en el desierto los que recibían el bautismo de San Juan, y en el aleluya la alegría que experimenta el alma, después de recobrada la gracia... Y ¿basta cuándo, pecador, hasta cuándo estará la tuya privada de tanta felicidad? 3" El evangelio significa la predicación de Jesucristo. Nos ponemos en pie, en testimonio de que estamos dispuestos á dar la propia sangre y vida, en confirma- ción de la verdad de su doctrina. Nos persignamos con el Sacerdote, en señal de que no sólo queremos creerla interiormente, sino también confesarla de pala- bra y practicarla con las obras. Pero, ¡ay! ¡cuántas ve-

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