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= 1041 — contra el Sacerdote que no ha ejercitado el celo debido por las almas, dice: Quitadle el talento y dádselo á otro, y á este siervo inútil echadle en las tinieblas exteriores. Considera la cuenta que como Sacerdote y predica- dor tienes que dar á Dios en el día del Juicio. Hazte cuenta que en el momento en que faiste elevado al sá- cerdocio, el mismo Dios te dirigió las palabras que dijo 4 Jeremías: Ecce constitui te hodie super gentes et super regna, ut evellas et destruas, et edifices et plantes. (Jer. 1.10.) He aquí que desde este momento te consti- tuyo árbitro de tantas almas como pueblan el universo, para que destruyendo sus vicios y malas costumbrés, implantes en ellas los gérmenes de virtud y santidad. Medita bien que la misión que á tí te confió el Señor con el sacerdocio, no es menos importante ni menos auténtica, que la que Dios encargó al Profeta Ezequiel, cuando le dijo: Hijo del hombre, te puse por centine- la de la casa de Israel: Oirás la palabra de mi boca y se la anunciarás de mi parte. Si diciendo yo al impío, de cierto morirás, tá no se lo anunciares, ni le habla- res, para que se aparte del mal camino y viva; el immpio morirá en sa maldad; mas de tu maño demandaré yo su sangre. Sanguinen ejus de manu tua requirám. (Ezech. III. 18.) Audite hoc Sacerdotes..... dice el Señor por el Pro- feta Oseas. ¡Atención, Sacerdotes! ¡Terrible juicio os águarda, terrible cuenta y muy terrible cargo! quo- midam laqueus faocti estis speculationi... (Os. V. 1.) Yo, dirá Dios, os puse en la altura de la dignidad de mi- nistros míos, para que al pueblo ignorante y pecador instruyeseis y corrigieseis; pero vosotros, abusando de la dignidad, hicisteis de ella lazo y red para cazar vues- tro descanso, sin remediar á mi pueblo; por esto será terrible vuestro juicio. Tú, dirá el Juez, debías haberte preparado para este sagrado ministerio de la predica- ción con el estudio y un verdadero celo de las almas adquirido con el espiritu de oración, para desempe- A A AA