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— Y — MEDITACIÓN QUINTA Cuánto asegura su salvación el Misionero que se dedica con celo al ministerio de salvar almas PreLob1I0: Represéntate á Jesús en ademán de animarte á trabajar con verdadero celo por las almas y que prome- tiendo sostenerte en los peligros, te dice: No temas, yo seré tu protector. Considera que, según nos enseña el Espiritu Santo, dificilmente tiene muerte desgraciada un Sacerdote que en su vida se afanó por la salvación de las almas. Én efecto; si has empleado tu vida, dice el Profeta Isaías; én auxiliar 4 una alma necesitada y la has con- solado en sus aflicciones, en las tinieblas de tu muerte temporal el Señor te llenará de luz y te dará el des- canso eterno. Cum effuderis esurienti animam tuam etunimam aflictam repleveris, orietur in tenebris lus tua. ... Et requiem tibi dabit Dominus, et implebit splendoribus animam tuam. (Isa. LVIIH. 10-11.) Si alguno de vosotros, dice el Apóstol Santiago, hubiese convertido alguna almá desviada del camino del cielo, salvará la suya y borrará la muchedumbre de sus pe- éados: Qui converti fecerit peccatorem ab errore vie guie, salvabit animam ejus, esto es, suam, como dice el texto griego y varios autorizados expositores, et operiet multitudimem peccatorum. (Jac. V. 20.) Ani- mam salvasti, añade San Agustín, animam tuam predestinasti. ¿Has salvado una sola alma? pues has asegurado la salvación de la tuya. Esto mismo nos asegura el Apóstol San Pablo, cuando dirigiéndose á su discipulio Timoteo, le dice. hresta vn ca. Pr er 00 faciens, et te ipsum salvum facies, et eos quite audiunt. (T. Tim. IV. 16.) Sé constante en tu ministerio de tra-

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