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cómodamente anchos, engastados en la pared; y principalmente en los países fríos, haya un modesto respaldo de madera, clavado en la pa- red á lo largo del refectorio, ligeramente pintado, para que no se ensucie con el roce contínuo de las religiosas. En las mesas no ha de conservar- se ningún trapo, escobilla, etc. para levantar y limpiar las mesas, mas todas estas cosas deben tenerse en la cánova para que no ofendan la vista y el olfato. Las tablas para pasar los platos han de ser de tal madera y de tal color, que siempre sean y aparezcan muy limpias y asea- das, pues sería cosa intolerable presentar la comida sobre tablas cuyo aspecto pareciese su- cio y manchado. 232. Los libros para leer en el refectorio han de colocarse en un pequeño armario ó estante situado en el rincón más cómodo y menos apa- rente. En la distribución de las puertas y venta- nas de los refectorios que se fabriquen" ó arre- glen, se debe procurar que sirvan á la suficiente ventilación y luz, sin molestar con corrientes de aire á las religiosas que están sentadas. 233. La cánova exige aún mayor cuidado para que siempre se mantenga limpia, aseada é higiénica. En cuanto sea posible, haya un buen depósito de agua, para que pueda la refitolera lavar las cosas con mucha frecuencia y facilidad; y el conducto de las aguas sucias de la cánova, sea dirigido bastante lejos, para que en tiempos de calor no moleste á las religiosas con el mal olor, 234. Póngase una jarra de agua para cada dos, y un salero. Se pone también un pedazo de pan suficiente para cada religiosa, y por si á alguna no basta, se reparten algunos pedazos por las mesas, á los cuales ninguna debe tocar antes de haber concluído el pedazo propio. Y, para esto, conviene que las Preladas y Maestras instruyan á las novicias y jóvenes para que nunca toquen ni corten el pan con los dedos ó

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