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— DM — ciones en que están las novicias, ser muy edifi- cantes y hasta prevenirse con alguna lectura á fin de que la recreación resulte á modo de una conferencia espiritual que las enfervorice, ilustre y afiance en su vocación. 113. La Madre Abadesa puede dar recreo, además de los días señalados, en las ocasiones especiales que lo crea oportuno; del mismo mo- do que puede suprimirlos siempre que le parez- ca conveniente (1). 114. Cuando se permite hablar en común, diviértanse alegre y santamente, como buenas hijas de la familia Seráfica. 115. No se señalen parejas á las jóvenes y novicias, y cuando paseen reúnanse libremente en común conversación y recreo. No se intro- duzcan oficios de vigilante y otros que pueden producir el espíritu de espionaje y debilitar la mutua confianza y caridad; pues las personas consagradas á Dios, no deben ser tratadas como niñas traviesas de escuelas seglares. 116. Cuando se toca á recreación deben ir con la gravedad religiosa con que van á cual- quiera otro acto de Comunidad, sin hablar ni saludarse hasta que se dice de rodillas, é incli- nadas como de costumbre, el Ave María y la Oración Actiones nostras, etc. Todas las religio- sas deben esforzarse en acudir á la recreación con sus hermanas, á quienes edificarán más con la caridad y santa fraternidad que con un re- traimiento y aislamiento, efecto de una devoción mal entendida y tal vez de un egoismo que bus- ca su propio capricho, contra las leyes de la vi- da de religiosa familia que tan saludable es para propios y extraños cuando es y aparecein- formada de la devota cordialidad, unánime con- cordia y mutua condescendencia. (1) La Madre Abadesa no debe suspender sin causa grave los recreos, por los disgustos que esto ocasionaría; pero no debe ser fácil en multiplicarlos. (8l Prelado Discesano),

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