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tm y — NUESTRO SEÑOR JEsUCcRISTO.—Para que se con- serven las santas costumbres que nos legaron nuestras mayores, en los viernes de Cuaresma, y cuando lo tenga por conveniente la M. Abade- sa, dispondrá se hagan las penitencias de la San- tísima Pasión del Señor, teniendo en cuenta la edad, fuerzas, etc., de cada una. Se hace del mo- do siguiente: 1. El prendimiento.—Quitado el manto, se pone una soga ó cordel por el cuello, cruzado en el pecho y alado por la cintura. Las manos se ponen atrés metidas en el mismo cordel y como si estuvieran atadas. En esta forma se coloca de rodillas, á un lado de la puerta del refectorio, á la parte de afuera, para cuando entra la Comu- nided. Allí está durante la bendición de la mesa, y cuando la Superiora hace señal para desdo- blar las servilletas, la penitente, andando de ro- dillas, despacio, con gran devoción y modestia, entrará hacia la derecha, dando una vuelta en silencio alrededor de las mesas. Ha de procurar que su espíritu vaya penetrado con la conside- ración del paso que representa, para que se in- flame en amor y gratitud para con Jesucristo nuestro Divino Salvador, que á costa de tantos sufrimientos nos redimió. Dada la vuelta, sale del refectorio y quitado el cordel, se pone el manto y vuelve á entrar. Hace en medio la incli- nación acostumbrada y luego besando en tierra, á los pies de la Superiora, dice: Sea por amor de Dios, y se va á su lugar. 89. 2." El Ecce-Homo.—Quitado el manto y el velo, se pone una corona de juncos en la ca- beza sobre la toca, una soga al cuello y una ca- ña como de una vara de larga, cogida entre las dos manos. Se coloca como la anterior, á la puerta del refectorio y hace todo lo demás en la misma forma. Se advierte que cuando se hacen estas penitencias de la Pasión, no se cierra la puerta del refectorio hasta que la penitente ha terminado,

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