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A1 tomo enferma, la M. Vicaria ú otra Madre que lo recuerde, irá con toda humildad y avisará á la Superiora en voz baja y sumisa, pero sin preten- der que se ajuste á su parecer. 79. COMER DE LIMOSNA.—La que hace esta penitencia, al entrar en el refectorio, se coloca en el último lugar, ó sea junto á la puerta al la- do izquierdo. Dada la bendición, cuando todas pasan á las mesas, se queda allí de pie, con gran modestia y humildad, como quien espera una limosna y teniéndose por indigna de comer en- tre las demás. La Superiora, al pasar la tabla, toma dos platos, y en voz clara dice: venga la pobre. Inmediatamente va, se arrodilla, y la Ma- dre, puesta en pie, le da el plato y un pedazo de pan. Luego, se levanta, hace una inclinación media, vuelve á su puesto y come lo que le han dado sentada en el suelo. Alguna de las que sir- ven, le lleva la servilleta, el cubierto y la taza. Cuando llega el segundo y tercer plato, la Supe- riora repite lo que hizo al primero. 80. Después que ha concluído de comer, po- ne la servilleta y demás utensilios en la esquina de la primera mesa, y con las manos en las man- gas, va á los pies de la Superiora, donde arrodi- llada y profundamente inclinada dice: Dios se lo pague a V.R., ¿la M. Vicaria y d toda la Comu- nidad, la mucha caridad que han tenido en dar- me de comer sin merecerlo. La Madre le contesta: Ya rogará por los bienhechores que nos hacen la caridad. La penitente besa en tierra diciendo: Sea por amor de Dios, y vuelve á colocarse de pie, como al principio, hasta que se hace la se- nal para levantar las mesas. 81. BESAR LOS PIES.—La que ha de besar los pies á la Comunidad, debe ante todo considerar cuán indigna es de la compañía de tantas y tan buenas religiosas como tiene la Familia Seráfica, y persuadida de su ingratitud hacia el Señor, humillarse profundamente. Cuando las religio- sas después de la bendición pasan á la mesa, se
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