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Mi = Y si la Novicia respondiere á propósito para poder profesar, arrodillarse ha delante de la re- ja, teniendo una vela encendida en la mano, y asistirán allí todas las Religiosas que no estu- vieren impedidas, dirá la Confesión general. (Véase núm. 385). Después de la absolución, el Sacerdote dirá: «Nuestro Señor Jesucristo, por su santa misericordia, y por los merecimientos de su Santísima Pasión te absuelva é infunda su gracia, y yo, por la autoridad “ e los privilegios y gracias concedidas á esta Religión por los Su- mos Pontífices, te absuelvo de cualquiera sen- tencia de excomunión mayor ó menor, si la has, en alguna manera, incurrido, y te dispenso so- es bre cualquiera manera de suspensión y entre- dicho, si acaso estuvieres en alguna, y te resti- tuyo á los Sacramentos de la Santa Iglesia, y á todos los actos legítimos, cuanto puedo y me es lícito, y en este caso se extiende mi autoridad, In nomine Patris, etc.» 390. Después, la Novicia se llegueá la Abade- sa, y estando arrodillada, 6 inclinado el cuerpo, levantando el espíritu á Dios, Juntas las manos * y puestas entre las de la Abadesa (la que para este acto estará sentada en una silla) pronuncia- rá por su propia boca las palabras de la profe- sión, diciendo: «Yo Soror N., hago voto, y prometo á Dios Omnipotente y á la Santísima Virgen María, y al glorioso Padre San Francisco, y á la gloriosa Madre Santa Clara, y á todos los Santos y San- tas, y 4 V. R. mi Madre, de observar la forma de vida de las pobres Sorores de nuestra Madre Santa Clara, dada por nuestro Padre San Fran- cisco, y confirmada por el Santísimo Padre Ino- cencio IV, y declarada en las presentes Consti- tuciones, viviendo en obediencia, sin propio, en castidad y debida clausura todo el tiempo de mi vida hasta la muerte». 391. Y luego, la Abadesa le prometerá la vida eterna, si guardare lo que ha prometido en
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