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-— 241 — parientes ó amigas, se han de distinguir por la religiosa sencillez, franqueza y buen hamor, y por las expresiones de sincero afecto, pero evi- tando en ellas dos extrermos: el uno de usar de expresiones en extremo tiernas y amorosas aunque sean padres y hermanos á quienes se escribe; el otro de ingerirse en los negocios y asuntos de las familias, aunque sea bajo los pretextos más santos. Es muy impropio, ocasio- nado á muchas distracciones y pesadumbres y casi siempre de mal efecto, aun á los mismos parientes. Como debe suponerse que la que es- cribe tiene más tiempo que la que conversa para pesar las palabras y expresar las ideas del modo más propio y más ajustado á las reglas grama- ticales, el estilo en las cartas deberá ser siem- pre más correcto que en la conversación pri- vada. 618. El papel que se emplea en las cartas á Superiores, Padres graves y otras personas de consideración con quienes no medie una íntima amistad unida con una cierta igualdad, ha de ser de pliego entero ó sea de cuatro páginas de dimensión correspondiente, y los sobres conve- nientes, y de ningún modo deben emplearse para dichas personas los que han ya servido volviéndolos. No sería espíritu de pobreza, sino falta de urbanidad y reverencia el escribir á los Prelados, Sacerdotes y otras personas de digni- dad, en med;o pliego de papel Óó en un pedazo cortado de otra carta recibida: pobre era y muy pobre el Beato Crispín, y con todo como era tan cristianamente fino y religiosamente educado, escribía sus cartas empleando papel bueno, su- ficientemente grande y entero, como puede verse en los preciosos autógrafos suyos que se conser- van en Roma. No se confunda, pues, la falta de educación con la pobreza, la cual si es verdade- ra pobreza está acompañada de una cristiana y constante urbanidad; pues la verdadera pobreza de Cristo es humilde, y como tal, atenta, fina y 16
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