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— 237— les y oficinas, tendrán un delantal para cubrir el hábito y cuidarán de no arrodillarse indistin- tamente donde fácilmente pueda haber man- chas, como en la cocina, etc.; den á conocer en la limpieza del cuerpo el respeto que profesan á la sociedad de hermanas consagradas al Altísi- mo, á la cual pertenecen. 607. Después de haber barrido y siempre que sea necesario, procuren cepillarse: para lo cual se dijo que en el lavador haya algunos ce- pillos con este objeto. Lo mismo el lavador que los lugares comunes y demás piezas del Con- vento, deben estar muy limpias. Cuando se la- van los pies, lo harán en el lavador en un cubo dedicado únicamente á este efecto; de la cocina llevarán el agua caliente y evitarán toda falta de modestia. En las celdas, como se dijo ya, estará todo muy compuesto y no como acostumbran las desidiosas, que la tienen como tienda de quincalla mal ordenada. CAPÍTULO 1 Tratamientos 608. ECLESIÁSTICOS Y REGULARES.—A las per- sonas eclesiásticas seculares y regulares se les debe grande respeto nacido del espíritu de fe, ó sea de la consideración de su dignidad, ministe- rio y vida consagrada al servicio de Dios y bien de las almas. El respeto que hemos de lener á los Sacerdotes, así de la Orden comoá los de fuera, N. P. San Francisco nos lo encarga en su Testamento con las siguientes palabras: «A és- tos quiero temer y amar como á mis señores, y no quiero en ellos considerar pecado, etc.» El Seráfico Padre hizo tan alto concepto del Sacer- docio que se tuvo por indigno de él. Solía decir que si encontrase uno de los Santos del Cielo y juntamente á un Sacerdote de la tierra, primg:
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