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a 23 — barrer dos veces por lo menos cada semana, cuando se barre el Convento. Para esto tendrá una escoba detrás de la puerta y nunca saque lo barrido al dormitorio, sino cuando enseguida van á barrerlo. También tendrá un sencillo plumero para sa- »ar bien el polvo. No escupa nunca al suelo y si tuviere necesidad use del pañuelo. 596. En la celda ha de estar la religiosa con la modestia que en el Coro, considerando que Dios y el Angel de su guarda son testigos de lo- das sus operaciones y que les debe mayor res- peto y temor que á todo el mundo. No ejecute en su presencia lo que no hiciera delante de otra. Ha de guardar en la celda perpetuo silencio. No sólo no ha de hablar, sino que el leer y rezar ha de ser en voz tan baja que solamente ha de oirse á sí misma. Aun el volver las hojas no lo ha de percibir la que hubiere al lado, evitando cuanto le sea posible cualquier género de rui- do, particularmente al abrir y cerrar la puerta, al acostarse y levantarse de la tarima. Si hubiere de barrer ó clavar algo, ha de ser á hora que las religiosas ni estén durmiendo, ni orando, sino que ha de buscar ocasión en que no estén en las celdas. 597. Escontra toda disciplina regular admi- tir conversaciones en la celda, sino fuere por al- guna necesidad inevitable, y en este caso ordina- riamente es bueno dejar algo abierta la puerta. Concluído el negocio, nose han de mezclar otras pláticas, aunque sean de edificación. Para dar Ó recibir un recado, basta se haga desde la puerta. 598. Ninguna religiosa puede entrar en la celda de otra y mucho menos cuando está au- sente, ni sacar libro ni cosa alguna sin licencia exprese de la Prelada. Está gravemente prohi- bido abrirle á ninguna el cajón donde tiene los libros, papeles, etc. Si á alguna joven le mandasen limpiar y arreglar las celdas de las ancianas, es santa costumbre tener la puerta entreabierla,
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