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A | NARRA e a 232 — fermas, como querrían ser servidas, si ellas es. tuviesen enfermas». Las Superioras, las Discretas y todas en ge- neral, tanto en ocasiones de Visita Pastoral, como en Discretorios y en todas las cosas y cir- cunstancias que puedan ofrecerse, pregúntese ¿cada una á sí misma: Si yo tuviera ese defecto, esa debilidad... ¿qué querría se hiciese conmigo? ¿Me vendría bien verme acusada, reprendida, humillada...? ¿No sgradecería antes un aviso, una corrección fraterna y evangélica? Si yó tu- viese esa enfermedad... ¿cómo querría ser asis- tida...? Si me viera agobiada de ocupaciones, que no puedo terminar sino faltando al Coro: ¿agra- decería que me ayudasen? ¿agradecería que, sin pasar la vergúenza de solicitarlo, mis hermanas se prestasen á favorecerme...? Pues, si quiero ser verdadera Capuchina, obligada estoy á hacer por las demás lo que en iguales Ó semejantes circunstancias, quisiera hiciesen conmigo. 594. RELIGIOSIDAD Y UNIFORMIDAD.—San Ber- nardo dice que la habitación del Cielo y la celda son muy semejantes, y que de la celda fácilme:;- te se sube al Cielo. Y San Basilio, así comprende los mayores elogios de la celda: «Oh celda, dice, habitación totalmente espiritual, pues haces de soberbios humildes, de destemplados abstinen- tes, de crueles piadosos, de iracundos mansos, de llenos de odio inflamados en divina caridad. Tú eres la que fomentas las vigilias y los ayu- nos; tú, guarda perfectísima de la paciencia; tú, maestra de purísima simplicidad, y totalmente ignorante de doblez y engaño; tú, finalmente, haces que los hombres lleguen á la cumbre de la pertección y los sublimas al grado más excel- so de santidad.» 595. La religiosa ha de tener la celda muy limpia y-dispuesto con aliño lo poco que hubiere en ella: porque siendo tan pequeña, el desaseo más le causaría desvío que afición. En todos sus enseres ha de campear la limpieza. La ha de

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