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— 231 — puede tener siempre un ánimo dispuesto á obé- decer con alegría y prontitud cuanto en este sentido se nos mande, por más que alguna vez contraríe nuestros planes é inclinaciones, te- niendo así en más estima el alivio de las herma- nas que el propio. 592. La caridad con la santísima pobreza, son el legado más precioso que dejó á sus hijas en su Testamento la S. M. Sta. Clara: Oigamos sus palabras de vida: «Porlo cual, amadas her- manas, amándoos unas á otras con la caridad de nuestro Redentor Jesucristo, mostrad de fue- ra por obras este amor que dentro tenéis: por- que por este ejemplo provocadas las hermanas, siempre crezcan en el amor de Ntro. Señor Je- sucristo y caridad fraternal, etc.» Quiere, pues, Ja Santa Madre, que no amemos á nuestras her- manas sólo de palabras, sino con obras y con verdad, y esas obras las pone como medio para creer en el amor de Jesús y en el amor á nues- tras hermanas, haciendo como el Apóstol, de los dos amores un solo amor. Se ve por lo tanto que el alma de la vida Capuchina, es la caridad, y que el espíritu seráfico es hacerse toda para todas; llorar con las que lloran, enfermar con las que enferman, gozarse con las que gozan. Es prestarse de corazón para ayudar á todas; es ser ojos de las ciegas, báculo de las ancianas, medicina y alivio de las enfermas. Es, en fin, el espíritu seráfico, «desear sobre todas las cosas, tener el espíritu de Jesucristo Nuestro Redentor y su muy santa operación, orar siempre á Dios con pureza de corazón y tener humildad y pa- ciencia en la persecución y enfermedad y amar á los que nos reprenden y arguyen, etc.» 593. Para tener una regla fija y cierta que en todas ocasiones nos enseñe cómo se ha de obrar en este punto tan interesante, conviene grabar en el corazón estas preciosas palabras del capítulo antes citado: «Porque todas son obli- gadas de proveer y servir ásus hermanas en-
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