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e A A A A A a 230 digamos algo también de lo que es, ó en qué consiste el espíritu seráfico, para que más y más se imprima en el corazón de las religiosas. 591. El espíritu seráfico es todo caridad, todo amor, y por consiguiente, no las prácticas de cada día, no la exactitud de las ceremonias, no la aspereza de la vida servirán para hacer una verdadera Capuchina, sino en tanto que esas obras vayan animadas, vivificadas por la caridad, por el amor á Dios y á nuestras herma- nas. Apenas hay Capítulo en las SS. Regla y Constituciones, que no esté impregnado del aroma divino de la caridad. En el Cap. VIUI, no nos pide sólo que nos amemos como hermanas, va más allá: quiere que cada una sea como ma- dre de las demás y que seguramente manifieste una á otra sus necesidades, «porque si la que es verdadera madre ama y cría á su hija carnal, con cuánta más diligencia y cuidado debe la ermana amar y criar á su hermana espiritual?» Nótese bien la comparación, porque ¿qué no hace una verdadera madre por una hija amada á quien cría? ¿Cuántos cuidados, cuánta solici- tud y ternura no le prodiga en cada hora y mo- mento? Pues he ahí nuestro modelo para saber cómo hemos de conducirnos con nuestras her- manas; y á la vez podemos inferir cuán contra- rio es al espíritu seráfico aquel espíritu privado que sólo atiende á su propia comodidad, aun- que sea con pretexto de devoción y aprovecha- miento espiritual. Y no se excuse nadie con de- cir que la obediencia le impide hacer obras de caridad. Es verdad que durante los actos de Co- munidad y en las horas destinadas á la sala de labor, no se puede ni se debe obrar nada que lleve tiempo sin expresa licencia, porque de lo contrario, se confundiría el orden y armonía que reina entre las virtudes; pero en las horas que llamamos nuestras y en los días festivos, ninguna Superiora prohibe hacer lo que se pue- da en servicio de las hermanas, y también se

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