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ca A), ca 17. Conviene también advertir aquí que cuando alguna religiosa se queda en cama en el dormitorio por algún catarro, dolor de cabeza 6 cosa de poca importancia, no han de ir todas á visitarla al momento, quebrantando de este modo el silencio del dormitorio; dejen pasar un día y si al segundo se ve que aún no puede le- vantarse, vistenla entonces llenas de caridad, procurando aliviarla en cuanto puedan; pero á la vez evitando el levantar la voz y detenerse en conversaciones innecesarias. Si la enfermedad es de modo que necesita más asistencia, como por ejemplo un accidente, un cólico, dolores agudos, etc., entonces dicho se está que la cari- dad es sobre todo y que todas y cada una en cualquier hora y cuantas veces sea necesario, deben prestar á la enferma su asistencia; si bien no se debe olvidar, aun en estos casos, que el dormitorio es lugar de silencio. 18. Cuando la religiosa después del desayu- no ó de la visita de enfermas vuelve á la celda, rocure ponerla en orden y tenerla siempre muy fimpia y aseada, pues de lo contrario fácilmente se pierde tiempo, se da poca edificación á las demás y se perjudica la salud. Y al entrar en la celda, saluden á María Santísima con una Ave María. 19. A las ocho y media, previo el toque de teja, acudirán todas con diligencia á la sala de labor; rezada el Ave María y la oración Actiones nostras, etc., tomará cada una su labor, según le ordene la obediencia y trabajando rezarán la segunda parte del santo Rosario. A las diez, la tercera parte, guardando en los intermedios profundo silencio (SS. Constituciones, cap. XVII. 20. Alas diez y media, acudan al Coro y re- cen con todo el fervor posible Sexta y Nona, para que se fortifique el alma con el alimento celestial, antes que el cuerpo con el material. En los minutos que quedan hasta las once, ha- rán el examen de conciencia,

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