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— 214— sario. Y si la religiosa enferma contrajo alguna enfermedad contagiosa, en tal caso debe poner- se aquella ropa aparte y limpiarse ó quemarse, según aconseje el facultativo. Todas las cositas i de la difunta, después de bien limpias, se las entregará á la M. Abadesa y las ropas de lana á la ropera. CAPÍTULO XII Roperas 540. La que tuviere el cargo de la ropería | del sayal, ha de ser religiosa caritativa y hábil, no sólo para suministrar con agrado á las reli- giosas la ropa que necesiten, sino también para cortarles el paño que de nuevo se les diere, y darles piezas y modo para componer los: hábi- tos, etc. Ordinariamente no permitan las Prela- das que otra alguna, fuera de la ropera, corte hábito ni pieza alguna, para que no se pierda | sayal, ni se falte por exceso ó por defecto en las | medidas ó6 forma; porque de cortar cada una la | pieza á su gusto, se pierde la santa simplicidad y uniformidad en el vestir, y peligra la santa po- breza. 541. La ropera colocará en la pieza destina- da á ropería todas las cosas con mucho orden, y velará mucho por las cosas de lana, pues exi- gen mucho cuidado. Para esto las retirará del calor y de la luz, esparcirá en los estantes hier- bas olorosas ó algunas sustancias propias para alejará los insectos; envolverá, si es posible, cada pieza en una tela de hilo, y no olvidará sa- carlas muchas veces al aire libre durante el ve- ¡ rano. 542. Conviene que sea celosísima en guar- dar la preciosa joya de la santa pobreza, tan amada de N. Seráfico Padre. Por viejos y despre- ciables que sean los pedazos de sayal, debe no

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