BCCPAM00R02b-5-22000000000000
O 532. La mesa estará cubierta con un mantel limpísimo, y en ella se dejarán preparadas una bandeja con algodón ó lana en siete bolicos dis- tintos para secar las partes ungidas, una molla de pan para limpiarse los dedos el Sacerdote, una palangana con agua para que se lave las manos y además una palmatoria con vela que se encenderá después para alumbrar al Sacer- dote. Antes de principiar la Unción, el Sacerdo- te 6 la Superiora amoneste á las hermanas pre- sentes á que oren por la enferma y recen donde mejor puedan, de dos en dos, los siete Salmos Penitenciales con las letanías, ú otras oraciones, mientras se le administra el Sacramento de la Extremaunción. 533. Desde que la enferma ha recibido este último Sacramento; debe procurar la Superiora que le asista con mucha frecuencia el P. Confe- sor, y que no le falten de día y de noche dos ó tres religiosas de experiencia, que le ayuden corporalmente y le asistan también espiritual- mente para prepararse á bien morir. Las seña- ladas deben hacerlo con mucha caridad y pru- dencia, acomodándose á la capacidad y estado de la enferma. Conviene que de cuando en cuan- do le digan alguna jaculatoria ó alguna conside- ración; pero sin cansarla con muchas palabras: den lugar para que piense lo que le han dicho y se aproveche de ello. Procuren encaminarla al desprecio de la vida temporal, al deseo de la vida eterna, á la resignación en sus trabajos, al ejer- cicio de las virtudes teologales, á la contrición y aun amor grande y filial confianza hacia María Santísima. La Superiora no permita conversa- ción en la celda de la'enferma que no sea pura- mente de Dios, ni se fíen de que la enferma no oye, porque las más conservan el oído hasta la muerte. No la atropellen á voces, pues no deben levantar la voz más de lo que basta para que la enferma las oiga. 534. Principalmente ha de asistir el P. Con- 14
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz