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= 9 = tomarán el desayuno en común, guardando si- lencio y concluyendo igualmente con el Ave María. Dicho desayuno es servido en la forma que se sirve la comida; pero cuando alguna re- ligiosa lo toma privadamente, debe pedirlo en la ventanilla de la cocina y servirse á sí misma. Por respeto y deferencia, las hermanas legas y las jóvenes coristas apresúrense á servir á las Madres y ancianas siempre que éstas llegan privadamente estando ellas presentes. 14. Concluído el desayuno (y por la tarde cuendo salen de la sala de labor á las cuatro y media), dejando otras ocupaciones para después, á menos que la Prelada ordene otra cosa, vayan las religiosas con afecto y corazón pío y devoto á visitar y consolar á las enfermas, ó á Cristo en ellas; y entrando en las celdas se dirá: Sea ala- bado Nuestro Señor Jesucristo. Luego limpiarán lo3 vasos ó harán alguna otra obra de caridad (Santas Constituciones cap. XIII), preguntarán á la enferma cómo lo pasa y si quiere algo en que puedan servirla, y dirigiéndole algunas palabras de consuelo se despedirán. Sean, pues, las visi- tas diarias á las enfermas llenas de caridad, breves, sin conversaciones largas, para que no les sirvan de molestia, ni se falte por esto á la puntualidad de otros actos y ocupaciones. 15. Cuando las enfermas tienen cerrada la puerta en la hora de la visita, ó tienen puesta la señal de que no tienen gana ó no pueden reci- bir, no seles debe molestar y obraría mal la que, con ese pretexto, estuviese en aquella hora á solas con la enferma. 16. Los días de labor, para visitar á las en- fermas fuera de las horas señaladas, se necesita licencia, pero no los días de fiesta; por lo tanto no dejen las religiosas de visitarlas más despa- cio, principalmente si pueden servirles de consue- lo Ó hacerles alguna obra de caridad. Se entien- de esto con aquellas enfermas que, por estar gra- ves ó imposibilitadas, no pueden salir de la celda.

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