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- 901 <a gla: «Porque todas son obligadas de proveer y servir á sus hermanas enfermas como querrían ser servidas, si ellas estuviesen enfermas». Ten- gan presente el encendido amor y caridad que el Santo Padre tenía á los enfermos; reflexionen sobre lo que tan repetidas veces nos encargan las Sagradas constituciones (cap. VIID, y asi se evitarán quejas y murmuraciones, que no de- jarían de causar escándalo. Las Preladas deben ser unas Madres caritati- vas y vigilantes, para velar sobre el alivio y con- suelo de las pobres enfermas. Si así lo hacen cumplirán con la ley, y el Señor les dará el pre- mio. La experiencia enseña que, las Preladas Ó enfermeras que son poco caritativas, Ó que son exigentes con las enfermas, suelen ser castiga- das del Señor con semejantes ó peores enferme- dades, en las cuales conocen cuánto erraron al juzgar mal ó tratar con poca caridad á las en- fermas y se persuaden que no eran caprichos sino necesidades lo que en aquéllas condenaban. 513. La primera enfermera debe elegirse en- tre las religiosas Coristas que reunan las mejo- res condiciones para este oficio. Debe siempre mostrarse muy afable, para consolar y recrear piadosamente á la enferma. Debe ser muy sufri- da y dulce para compadecerse de sus padeci- mientos, y nocansarse nunca de sus importuni- dades. Conviene sea instruída y experimentada para conocer lo que puede ser útil ó nocivo, y previsora y advertida,:para vigilar y procurar los remedios y alimentos convenientes. Debe, en fin, ser caritativa, y no perdonar trabajos, vigi- lias, ni fatigas para suministrar á la enferma todo cuanto sea conveniente para aliviarla. 514. A la primera enfermera le ha de ayudar otra religiosa más joven, para alivio de la misma en caso de haber varias enfermas y para instruc- ción de la ayudante. Han de tener, además, mucho cuidado las Maestras y Preladas de hacer enseñar este oficio
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