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— 19 — ellos. Nuestra sagrada Religión santamente tie- ne establecido; siguiendo en esto el espíritu de nuestro Seráfico Padre, que á los pobres se les dé cuanta limosna se pueda, sabiendo por expe- riencia que jamás ha hecho falta á la Comuni- dad, pues el Señor visiblemente la multiplica, verificándose aquella verdad constante: que dar á los pobres es dar á lucro; pues mueve el Señor los corazones de los fieles para que nos reme- dien con sus limosnas, al paso que remediamos á los pobres. «Y cuando los mismos frailes, dice N. S. P. San Francisco, no hiciesen cuenta de los pobres, no hará Dios ni los hombres cuenta de ellos». Quería el Santo Padre que á los pobres se les tratase con más respeto, más cariño y afabi- lidad que á los ricos. 488. Procuren las Torneras tener destinado siquiera un día á la semana para socorrerá mu- chos pobres, y á los que llegan entre día á pedir al torno, no dejen también de socorrerlos, parti- cularmente si son pobres vergonzantes ó tran- seuntes, dándoles alguna cosa aunque sea po- co; que si tienen caridad, por muchos pobres que acudan, siempre tendrán qué dar, como se ha visto en muchas buenas Torneras; pero si * les falta la caridad, les faltará. todo. Y si sucede alguna vez no tener qué dar al pobre, deben des- pedirlo con mucho amor y afabilidad, sintiendo no tener qué darle; y aunque el pobre sea im- portuno y porfiado, no por eso le han de tratar mal. de palabra, pues si faltan á esto, aunque después le socorran, ya acaso no será limosna voluntaria, sino debida recompensa de la inju- ria. Ni les basta por disculpa á las Torneras po- co caritativas, decir que muchos pobres son vi- ciosos y holgazanes y que no quieren sujetarse al trabajo. No han de dar la limosna al pobre por ser bueno ó malo, sino porque la pide por amor de Dios. Vale más que seamos engañadas por algún falso pobre, que exponernos á no socorrer al que en verdad lo es. Lo que se

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