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— 189— vota, sin afectación, diga: Ave Maria Purisima. Luego, entérese de quién llama, qué piden y qué quieren. Y al pedírsele algo, vaya con cuidado para consolar á todos, si no puede ser con obras, siquiera con palabras. de modo que ninguno se vaya descontento. Hable con los seglares pala- bras devotas que sean de provecho para sus al- mas, pero sea de manera que no cause hastío en los oyentes por demasía. Aproveche las oca- siones y circunstancias en que pueda insinuar- se en los corazones, pero sin ser molesta, por- que será sin fruto. Más aprovecha á veces cuatro palabras de agrado y cortesía que una larga y empalagosa conversación por santa que parezca. La conver- sación de una tornera, para ser fructuosa, ha de ser santamente amena, variada y general- mente recreativa al par que instructiva. Sin em- bargo, debe evitar el defecto de algunas, que, en su afán de hablar de cosas santas, pasan brus- camente á estas conversaciones con tan poca prudencia, que más bien desedifican con su po- ca educación. Han de evitar que estas conversa- ciones, aun siendo santas, se prolonguen nota- blemente con perjuicio de la observancia, en cu- yo caso, lo que se creería santidad de la conver- sación, pasaría á ser excusa óÓ pretexto de charlatanería. 478. Reciba y hable á todos con urbanidad, agrado y cortesía, sean extraños 6 domésticos, procurando con estos últimos evitar toda fami- liaridad y que sus palabras, aunque agradables, les infundan respeto, para que así les aproveche sus advertencias y reprensiones. 479. No dé nunca oídos é noticias del mundo y mucho menos á quejas y murmuraciones. En las horas de silencio, si alguna precisión les ha- ceiral torno, sea con mucho cuidado de ser breve y de hablar en voz baja, de tal manera que hablo conozcan es hora sagrada en que no dehg ablar,

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