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— 183— nidad, y siendo como madres bondadosas en el cuidado y modesto regalo de la misma; las súb- ditas deben también procurar acordarse que son pobres de Cristo Señor Nuestro, que viven deli- mosna, que son discípulas de Jesús Crucificado, y por consiguiente que no han de ser delicadas ni exigentes en la mesa y que si algo no les gusta, deben acordarse que lasincomodidades que en medio de sus méritos tiene la vida común, son la mejor de las mortificaciones. Si algo necesi- tan por razón de salud, pídanlo humildemente, pero guárdense de murmurar y quejarse de lo que se les sirve, y nunca pidan como un dere- cho el plato de caridad, de que se ha hablado. Unidas así la caridad de la previsora y cocine- ras, con la moderación y espíritu de pobreza y mortificación en las religiosas, todo irá bien y ganarán en ello la salud corporal y la perfección espiritual de la comunidad; son igualmente re- prensibles las religiosas difíciles de contentar, como las Provisoras y cocineras que poco repa- ran en satisfacer y aliviar á la familia conven- tual. CAPÍTULO VIII Sacristanas 57. El oficio de Sacristana es el más reco- mendable, sagrado y devoto que puede tener una religiosa, pues siempre está tratando de Dios y de las cosas pertenecientes al divino cul- to. Para este oficio tan sagrado, debe escogerse una religiosa ejemplar, devota, sumamente cu- riosa, diligente, industriosa y limpia. Amaba tanto N. S. P. San Francisco la curiosidad y lim- pieza en las Iglesias, que dice su Vida que enco- mendaba mucho á sus Ministros y Frailes pre- dicasen y exhortasen al pueblo, Clérigos y Sa- cerdotes, á tener el Santísimo Cuerpo del Señor en lugar muy decente y limpio, y que las Igle-

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