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A — el ejemplo en asistir las primeras al lamamien- to, no deben, sin embargo, las novicias y demás religiosas jóvenes consentir que nadie llegue antes que ellas al lugar santo. Y para no dar las primicias al demonio, levántense con presteza de la cams, como sien ella hubiese fuego, como decían nuestros antiguos padres; y pensando que Dios las llama y los Angeles las esperan, exclamen con el profeta: Paratum cor meum, Deus, paratum cor meum, é imiten la prontitud de los santos Reyes Magos luego que vieron la estrella en el Oriente. Agrada tanto al Señor esta solicitud, que muchas yeees la ha premiado vi- siblemente en sus santos para que aprendiéra- mos cuántos méritos ganan para el Cielo las que son diligentes en sus divinas alabanzas. 6. Entrando en el Coro tomen agua bendita con los dos dedos de la mano derecha y tenien- do entre tanto la izquierda sobre la cuerda, san- tígúense con la mano extendida desde la frente al pecho, y del hombro izquierdo al derecho, di- ciendo: Asperges me Dómine hyssopo, el munda- bor; lavabis me, et super nivem. dealbabor: «Me rociaréis, Señor, con el hisopo, y quedaré lim- pio; me lavaréis y quedaré más blanco que la nieve». Luego besen en tierra, adorando con pro- fundo respeto y más aún con ardentísimo amor á Jesús Sacramentado que las espera en aquel santo Tabernáculo; y dejando fuera, á imitación de nuestro santo P. San Francisco, todos los cuidados de la tierra, digan con sentimiento de gratitud y devoción aquellas mismas palabras del santo Patriarca: Adoramus Te, Sanctissime Domine Jesú Christe, el benedicimus Tibi, quia per sanclam Crucem Tuam redemisti mundum: jaculatoria á la cual León XIII, en 4 de Marzo de 1882, concedió, semel in' die, 100 días de Indul- gencia: «adorámoste, Santísimo Señor Jesucristo y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redi- miste al mundo». Esto mismo obsérvese todas las veces que se entra en el Coro privadamente,

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