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pi MB el pretexto de que algunas disposiciones son contrarias á su parecer y voto, á menos que la decisión sea manifiestamente injusta. Concluído el Discretorio, se arrodillan, dicen el Sub tuum presidium y luego besando en tierra, Sea por amor de Dios, y se retiran en silencio. 438. Antes de terminar este capítulo, convie- ne recordar á las Superioras y Discretas, algu- nas cosas importantes sobre las relaciones que deben tener entre sí y con las demás: I.—Las Superioras y Discretas se respeten, favorezcan y ayuden mutuamente con obras y palabras, procurando mantener y defender el principio de autoridad en todos sus grados y derechos: reine entre ellas una cordial, franca, sincera y sólida confianza y hagan (las Discre- tas) que ninguna sepa antes que sus Superioras, las cosas que pasan en la esfera de su jurisdic- ción y que deben ser conocidas de ellas. No se atrevan á murmurar de las decisiones y manda- tos de la M. Abadesa, y ésta respete y haga res- petar la autoridad y buen nombre de las Discre- tas. Las Discretas apoyen eficazmente la autori- dad de la M. Abadesa y sosténganla en el uso de sus derechos. 439. 11.—Las Superioras, Maestras y Discre- tas traten á sus inferiores con materno afecto y religiosa urbanidad, evitando los modos y me- dios de gobierno y educación que parezcan pro- pios de colegios seculares, más bien que de re- uniones de hermanas que se aman entrañable- mente en San Francisco y Santa Clara, modelos de súbditos y Superiores de la Orden. Sean com- pasivas y mansas con las débiles y defectuosas, sin olvidar la moderada energía para corregir é impedir abusos. Eviten hacer ó decir cosas, ú obrar de tal modo que parezca desconfiar de la fidelidad, amor y virtud de sus subordinadas. Absténganse en cuanto sea posible de mandatos precipitados; pero las súbditas guárdense de dar sinjestras interpretaciones á lo que hagan las
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