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0 de la Madre, que en breves palabras le hace una exhortación, diciéndole que la Comunidad ha tenido á bien darle los votos, esperando que será una verdadera Capuchina, muy amante de nuestra Seráfica Regla y Constituciones, muy obediente, caritativa, etc., etc. La novicia con- testa dando á su Reverencia y á toda la Comuni- dad, un Dios se lo pague de acción de gracias, y prometiendo hacer cuanto pueda para corres- ponder al singular beneficio que le hacen, admi- tiéndola en su compañía sin merecerlo. Luego se levantan todas y las va abrazando, desde la Superiora, por la derecha, y á cada una le dice en voz baja: ¡Dios se lo pague! Terminado el abrazo,la M. Abadesa da licencia para recrearse y hablar con la novicia ó novicias. 419. Si ocurriese haber alguna enferma que no puede acudir á la votación, después que ésta ha terminado y antes de examinarla, la M. Vica- ria, acompañada de las dos Discretas más anti- guas, lleva la jarra cubierta con el paño blanco á la celda de la enferma. La Sacristana se ade- lanta unos pasos llevándole las habas blancas y negras, y luego la M. Vicaria, en silencio, le- vanta un poquito el paño y la enferma deposita su voto. En volviendo á la sala coloca otra vez la jarra sobre la mesita y se examina el escruti- nio en la forma acostumbrada. Cuando la Ma- dre Vicaria sale y entra, todas se ponen en pie. Art. 6.—De los votos simples que han de preceder á los votos solemnes de las monjas Decreto 420. Consideradas las circunstancias de los tiempos y atendidos los casos especiales que con frecuencia se ofrecen á la Santa Sede, como también las demandas de los Sres. Obispos, ha parecido á esta Sagrada Congregación de Emi- nentísimos y Rvdmos, Padres Cardenales de la
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