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iu 152da nias por antiguas que sean, ya en otras cosas; y sepan que no hay rito Capuchino, pues nuestro rito es el Romano puro, como quiere nuestro Seráfico Padre. 375. Sean las novicias educadas según la aspereza propia de la Orden, la cual no excluye, antes bien pide que las Maestras estén llenas:de amor y sean afables y benignas con las nuevas, y con materno afecto procuren el bien temporal y espiritual de todas sus discípulas. No sean fáciles las Maestras en permitir pe- nitencias corporales extraordinarias, y guárden- se de los fervores juveniles. Cuando noten que el rigor de la observancia debilita á alguna novicia, procuren suministrar- le los remedios y alimentos necesarios 6 útiles para fortalecer su salud; y si alguna cae en en- fermedad, aunque sea larga, no por eso debe ser privada del santo hábito, á menos que á juició del médico dicha enfermedad sea tisis, epilepsia ó alguna otra semejante que ni con la edad, ni con los remedios suelen curarse; mas en los casos de enfermedad temporánea ó de debilidad causada sólo por el desarrollo corpo- ral de las jóvenes, se ha de usar tanta más cari- dad y misericordia, cuanto más laudable es su conducta y más fundada la esperanza de que sean útiles á la Orden. En todo caso las Maes- tras no sólo deben evitar el rigor, sino también la excesiva é innecesaria condescendencia en conservar en el Noviciado jóvenes que por su conducta ó salud, poca-ó6 ninguna esperanza pueden dar de ser útiles á la Religión, A] dar e) voto las religiosas pueden con toda conciencia seguir el parecer del médico sobre la naturaleza de la enfermedad de la novicia. 376. Siendo expresa voluntad del Romano Pontífice que los Capuchinos españoles trabajen con empeño en la viña del Señor para cooperar con los demás á la conservación y propagación de la Fe católica en las Repúblicas hispano-ame-
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