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— 141— sino una madre amorosa y vigilante, que á lo- das debe inspirar amor con reverencia y con- fianza sin familiaridad. No es una ecónoma ó procuradora secular, encargada sólo de mirar cómo podrá gastar menos y atesorar más, pues ante todo debe ser madre, y, según expresión de N. Seráfico Patriarca, debe cuidar á sus religiosas con amor y solicitud de madre. 347. También debe atender á la observancia de la Seráfica Regla, para que se observen sus preceptos con perfección, singularmente que no sea ofendida la altísima pobreza, que ha de res- plandecer en todas sus cosas. Cuide también la M. Abadesa de la guarda de las "Constituciones y otras leyes, pues son muro de la Regla; no sea fácil en interpretarlas, si la necesidad Ó caridad no le obliga. Haga gran concepto de su obser- vancia, gobiérnese siempre por ellas, pues se hicieron para leyes de gobierno de la Religión, y corrija á sus transgresoras. No permita, como ya se dijo, que se introduzcan usos y leyes de otras por buenas y santas que sean, pues Dios inspiró á los Prelados Fundadores de las Reli- giones para que diesen las convenientes para el buen gobierno de cada una; querer obrar de otro modo, es querer hacer otra Religión diferente de la que han prometido. Visite con frecuencia su Convento, para que en todas las partes de él se guarde la disciplina regular, particularmente en las oficinas, para que no haya en ellas cosa supérflua, ni falte lo necesario. Las celdas delas jóvenes las ha de visitar á menudo, no permi- tiendo en ellas nada que no sea conforme á nuestro pobre estado. En horas de silencio ha de dar de vez en cuando una vuelta de noche y de día por todo el Convento, para ver si se guarda. No permita que hablen alto las reli- giosas. 348. Debe ser también muy solícita del reti- ro de sus súbditas, vigile mucho para que el mundo no penetre ni turbe la quietud del clays:
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