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10 chinas y llegar con facilidad por camino firme y recto á la perfecta observancia de lo que un día prometimos á Dios solemnemente al pie de los Altares, leamos, meditemos con atención este Manual y pongamos nuestra verdadera perfec- ción, en observarlo con exactitud y fidelidad. ¡Ah! recibámoslo con amor, cariísimas herma- nas, es una carta del Cielo que nos envía nues- tro Seráfico P. San Francisco; tengamos hambre de la perfección que este tesoro encierra; tenga- mos voluntad verdadera y eficaz de ser fieles á nuestra sublime vocación y todo está hecho. Mirad que, una circunstancia muy especial, debe animarnos también á recibir este Manual como un acuerdo altísimo de la Divina Provi- dencia. Celebramos en este año (1908) el cente- nario tercero de nuestra venerable Madre Ange- la Margarita Serafina, primera Capuchina de España, cuyo espíritu seráfico la hizo un retrato vivo de nuestro P. San Francisco. Esta gran mu- jer, para fundar su Orden de Capuchinas, bien lo sabéis, que no tuvo otras constituciones ni otra norma de vida más, que asimilarse á lo que ha- cían los PP. Capuchinos. Y al vernos ahora algún tanto disímiles, ¿no podremos creer que habrá interpuesto su pode- rosa mediación ante el Trono del Altísimo, para que sus hijas al celebrar sus glorias, volvamos al primitivo origen asimilándonos todo lo posi- ble á la Orden y uniformándonos con Ella? ¿De qué modo mejor podremos tributarle el home- naje debido á su santidad y feliz memoria? Por ventura, el resolvernos á esta preciosa unifor- midad que la Orden reclama ¿no será la más pre- ciosa aureola que podamos poner sobre su cabeza? ¿No será el medio más poderoso para conseguir su anhelada Beatificación? Por otra parte, con las Crónicas que están pu- blicando, logramos tener mutuas noticias, cua- les jamás hubiéramos podido imaginar y que necesariamente han de dar por fruto el que se
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