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= 124 Caridad para con las demás religiosas, princi- palmente las ancianas y enfermas, quienes ne- cesitan tanto y más de este religioso alivio y solaz, que el Convento de legumbres y hortali- Zas, las cuales no faltarán si no falta la caridad y fraterna unión. 314. Donde no hay jardín destinado para la Sacristía, se señalará en la huerta alguna por- ción de tierra para sembrar hierbas odoríferas y flores para el altar, sin perjuicio de las flores que se pueden plantar en los caminos y otros puntos á propósito para ello, siguiendo en esto la voluntad de N. P. San Francisco, que quería no faltasen flores para el adorno de la casa de Dios. 315. Las Abadesas, con solícito cuidado, procuren tener buen hortelano y proveerlo de todos los instrumentos necesarios, haciendo no falte un pequeño aposento donde pueda colo- carlos y guardar las semillas y otras cosas pro- pias del oficio. No permitan que las religiosas cojan las verduras, para que no trastornen el plan que debe llevar el hortelano, y en cuanto sea posible no deben perdonar sacrificios para que la huerta tenga el agua suficiente con su depósito y otras cosas necesarias al objeto, usa- das entre modestos hortelanos que no buscan el lujo, sino la utilidad en los instrumentos y cosas que les sirven para el desempeño de su cargo. 316. El estercolero no debe en manera algu- na colocarse junto al Convento ó caminos que sirven de paseo, sino en un lugar apartado y que evite toda incomodidad; esto, á más de la razón de higiene y caridad, debe también hacer- se por exigirlo ordinariamente las leyes y dispo- siciones de la autoridad civil. Lo mismo debe decirse del lugar donde por justa causa se crían algunas gallinas, etc. Y aquí, para evitar todo abuso y que sepan las religiosas á qué atenerse, es oportuno notar que para tener cerdos, algún
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