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— 116— de modo que, con indiscreta fatiga y disipación, no maten el espíritu de la santa oración y devo- ción, al cual todas las cosas temporales deben servir. (Seráfica Regla. Cap VII). Para esto sobre todo, han de tener grande vigilancia á fin de que bajo ningún pretexto se introduzcan labores pa- ra cosas de vanidad por pequeñas que sean; este es un portillo por donde muchas veces se intro- duce el mundo en los conventosy se arruina, sin casi sentirlo, el espíritu de oración y devo- ción. Tengan presente en lo que se ocupaba Ntra. Sta. M. Sta. Clara, aun en sus enfermeda- des, y como verdaderas hijas, empleen sus pri- mores en el culto del Santísimo Sacramento. Sean celosas de la gloria Divina, no sólo para sus templos, que se han de distinguir de una mane- ra especial, si que también para los templos po- bres de los pueblos; y si quieren asegurar que nada les falte de lo necesario para la vida, sepan que el medio de los medios es socorrer cuanto les sea posible las necesidades materiales de Cristo, en el Sacramento de su amor. 296. Cuando es la hora de salir de la sala, lo mismo por la mañana que por la tarde, cuiden las religiosas de dejar todas las cosas compues- tas y bien ordenadas, los bancos ó taburetes -en su lugar, las labores, recogidas, y los recortesÓ filachas de las telas y demás, que no aparezcan por el suelo. En estas cosas y otras semejantes, aunque pequeñas, se descubre mucho el espíri- tu de orden y mortificación que reina en una Comunidad. 297. Para que todas se animen en sus traba- jos y fatigas y las Superioras sepan á qué ale- nerse en casos de urgencia, vamos á trasladar aquí la consulta que con fecha 15 de Septiembre de 1907, elevó esta Comunidad al Emmo. Carde- nal Vives y Tutó: Consulta 1.'—Atendida la grande pobreza en que se encuentra esta Comunidad ¿nos podre- mos dedicar á labores del culto Divino, como
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