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a 108 — 972. Para que las cocineras mantengan más fácilmente el espíritu de devoción y recogimien- to, en todas las cocinas ha de haber un nicho ó capillita cubierta con un cristal, dentro de la cual se coloca una hermosa y devota imagen de Ma- ría Santísima, adornada convenientemente. De- lante de ella las cocineras rezan el Ave María, antes y después de concluir su trabajo, y como el B. Crispín, mirándola con frecuencia se infia- marán en el amor divino y cumplirán con su oficio con más cuidado, ceridad y aseo. Procu- ren adornar dicha imagen con flores y algunas candelas, las cuales se encienden, después de comer, los sábados, fiestas de María Santísima y solemnidades, hasta concluir de lavar los platos. " CAPÍTULO V Enfermería 273. El cuidado de las enfermas exige de las Superioras y de las súbditas toda la caridad, be- nignidad y solicitud posible. A ejemplo de Nues- tro P. San Francisco, deben mirar en cada en- ferma, no un peso para el Convento, sino un recuerdo de aquel Dios que siendo la infinita fe- licidad, quiso tomar sobre sí nuestras enferme- dades, dignándose decirnos que recibiría como hecha á sí mismo toda acción de caridad que se hiciera en favor delos enfermos. Poresto en sus celdas, comida y otros cuidados, han de ser las enfermas las preferidas en todo. 274. Es necesario se destine para enfermería la parte del Convento que reuna mejores condi- ciones higiénicas de ventilación, exposición al sol y quietud. Cada celda ha de ser bastante grande y ha de tener una buena y cómoda cama, una mesa regular, con un sillón de paja y algu-

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