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El padre Esteban de Adoáin: "El más grande de todos los misioneros, una gloria verdadera, no sólo de los Capuchinos de Centroamérica, sino de toda la Orden, y puede figurar dignamente al lado de los más santos e ilustres misioneros que ha tenido la Iglesia Católica en el siglo XIX. Una docena como él habrían reformado en sentido cristiano toda la América Central." Cayetano de Igualada Todas las campanas de Sanlúcar doblaron por él. 11..2::.!.!..-!!!!!li:~it:!:~{ll_lf.:t!.:;_L~~~~~~ Como se ha visto en las páginas an– teriores, esa talla extraordinaria del predicador tenía por cimiento y pedes– tal unas cualidades humanas poco co– munes, por sus dotes, no tanto intelectuales como fisicas y morales, una vivencia del carisma religioso ca– puchino de total sinceridad y entrega, y un cultivo de la unión con Dios por medio de la oración hecha vida. Si su vida misionera había transcu– rrido en rumor de multitudes, nada ex- traño que ese rumor le acompañara después de muerto. Todas las campa– nas de Sanlúcar doblaron por él. Gen– tes de cualquier condición social acudieron a venerar y despedir sus des– pojos y encomendarse al que conside– raban santo. Por retener de él alguna reliquia no respetaban ni los pelos de su barba proverbial. Su funeral fue pre– sidido por un obispo y futuro cardenal. Sobre su tumba, en el cementerio con- 31

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