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todos los capuchinos de la Antigua, motivada en "razones de alta política". Como no lo creían fácil, dadas las sim– patías de toda la población hacia ellos, mandaron un destacamento de más de 500 soldados para ejecutarla. Habrían de llevarlos, a toda costa, hacia la fron– tera con Méjico. Cuando la tropa iba invadiendo el convento, el padre Este– ban, salió a su encuentro y le dijo al co– ronel que les mandaba: "Pueden fusilamos aquí mismo, comenzando por mí". Salieron del convento de noche, rodeados de milicianos. Al día siguiente abandonaban la ciudad en la misma compañía, en carros y cabalga– duras. Un gentío inmenso y amenaza– dor, a pesar de verse casi inerme, salió 24 a despedirles, entregándoles también provisiones. El padre Esteban escribi– ría más tarde: "Cuando aquel inmenso gentío, que podría calcularse en doce mil personas, vio salir a la comunidad entre bayonetas, alzó un llanto gene– ral". Los soldados tenían orden de dis– parar al menor gesto agresivo de los ci– viles. Este se produjo cuando uno de los últimos, diciendo y haciendo, gritó si no habían prometido defender a los padres ... , y disparó la pistola, sin con– secuencias, contra el coronel, el cual lo traspasó en el acto de un sablazo, y dio orden de fuego, muriendo dos personas y siendo heridas varias más. El padre La Orden Capuchina toma como propio el ministerio de la evangelización, compromiso de toda la Iglesia, y considera y asume la obra misional como una de sus principales obligaciones apostólicas. (Capuchinos Const. 174,4) El barco comenzó a hacer agua en medio de una tom1enta.

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