BCCPAM00R00-3-06p23d000000000

"Una cosa es cierta: el futuro nues– tro, como capuchinos, sólo estará ga– rantizado con hombres de la talla de Esteban de Adoáin: plenamente, gozo– samente identificados con su vocación y con su misión en el mundo como hijos de San Francisco, que es lo mismo que decir como hombres com– prometidos en serio en el seguimiento de Cristo y de su Evangelio; hombres de la Palabra, contemplada y anun- das vecinas, perdiendo en la carrera za– patos, anillos, carteras, velos y rebo– zos. De nada sirvieron las palabras y gestos de orden y silencio de los dos misioneros, como tampoco el canto de la Salve. La gente continuaba aterrada en sus escondites. Pero tan pronto como aquéllos entonaron el Perdón, oh Dios mío, desapareció el fenómeno y se sosegaron completamente los áni– mos. El efecto de aquel prodigio fue que no pocos libertinos cambiaron de vida, convirtiéndose en los defensores más 7. Como la madre ama y cuida... , o del superior solícito acérrimos del carácter milagroso del suceso. ciada con celo y audacia; hombres poseídos de la urgencia por llevar a las gentes de nuestra hora histórica, enferma de violencia y de emulación bélica, el mensaje de PAZ Y DE HERMANDAD cristiana". Flavio Roberto Carrazo Superior General de los Capuchinos. (1982-1994) A principios de 1865 el padre Este– ban se dirigió a la ciudad de Santa Y, sin nublarse el cielo lo más mínimo, descargó un trueno horrísono. 19

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz