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"Lo que dios ha unido .. ." Cultivando entre nosotros la espontaneidad fraterna, vivamos gustosamente con los pobres, débiles y enfermos, compartiendo su vida, y conservemos nuestra peculiar cercanía al pueblo. Capuchinos, Const., 4,4 llegando no sólo sacerdotes y herma– nos no clérigos, sino postulantes para el sacerdocio. A mediados de 1856 su– maban una veintena de hermanos, con escasa proyección al exterior, pues su afán principal era el de enraizar la Orden con una buena formación de los 16 novicios. Cuando tuvieron noticia de la próxima llegada del padre Esteban de Adoáin, orlado ya por su fama extraor– dinaria, no pudieron menos de saludar el hecho como algo providencial para el grupo, la Orden y la Iglesia guate– malteca. Iban a disponer, desde enton– ces, de un magnífico portavoz, de puertas afuera, de su razón de ser y de su mensaje de paz a un mundo alterado por incesantes revoluciones político– sociales. El 16 de diciembre de 1856 em– prendía el padre Esteban su primera campaña misionera. El arzobispo de Guatemala le había dado previamente plenas facultades para la legitimación de matrimonios, pues su irregularidad constituía una plaga también en aquel país. Los capuchinos le habían inves– tido del cargo de director de misiones. De 1856 a 1859 él y sus compañe– ros de predicación renovaron la fe en numerosos pueblos y ciudades de la re– pública, no siendo uno de los servicios menores, hechos a ésta, el de apaciguar los ánimos de muchos ciudadanos, en– ardecidos por las consabidas banderías políticas de liberales y conservadores. En el sermón del perdón a los enemi– gos solían tenninar éstos públicamente reconciliados. Y se dio el caso de verse algún militar de alta graduación arro– dillarse ante sus reclutas y pedirles le perdonaran sus excesos. Otra de las la– bores llevadas a cabo en esos años fue · la de la asistencia a los apestados, cuando el cólera diezmaba la pobla-

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