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- 61 - sacrificarse por el mundo. Aprendamos nos– otros del sufrido corazón de María, cómo he– mos de gobernar el nuestro, inquieto y ambi– cioso; cuando tenemos certeza de haber hc– rbo obras buenas, y nos sobrevienen contra– tiempos, desastres y amarguras, decimos en nuestro dolor que Dios no nos ama, que no es justo con nosotros, pues nos aflige, siendo asi que no lo merecernos. ¡Ah! no es esto lo que nos enscfia el contrariado y sufrido corazón de Nuestra Señora, robustecido por la segu– risima (e de que sienrlo esta vida de la tierm un soplo sutilisimo, Dios suele <lar á. los que ama reprensiones y tristezas, y les enYia trabajos, dolores y cruz, para qne en la otra, que es perdurable y sin fin, reciban una co– rona mús completa é inmortal. Sea ésta la que un dia consigamos, Madre piadosa, después de una corta vida, tranquila y resignada, con nuestra suerte ele prosperi– dad ó de trn.hajo, en la. qne poda.moa obse– quiarte con esta cariílosa felicitación que hoy te dirigimos ante esa tn veneranda Imagen. Dios le salve, .llaria, cte., cte. DIA SÉPTIMO Constancia y fortalua d~ /'\arfa ¡Oh incomparable Madre María! Tenemos meditado estos días, que en tu castisimo seno

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