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- 51 - Ofrecimiento y orO[ión urimern unrn todos los díns ¡Dios te salve Soberana Sefiora de cielos y tierra, Ave Reina de los Angeles y de los hombres, yo te saludo :Madre de Dios, parabienes mil á Tí Princesa amable; que habiendo como nosotros vivido y padecido en este mundo, y no obstante reinar hoy gloriosa y excelsa entre los coros celes– tiales, nos ofrecisteis acá alegria y con· suelo con el título de Virgen y Seílora de la Langosta! DP.sde el profundo valle en que se eleva atrayente la grac-iosa residencia, que con tan expresiva dedicatoria guarda tu ve– nerada imagen, alzamos los ojos á Vos, Rei– na y ~ladre nuestra, para estudiar vuestras virtudes, contemplar vuestra majestad ó im– plorar vuestro grande valimiento. Somos ¡oh :Madre! aquellos infelices hijos de Eva peca– dora, que en la Cruz os encomendó vuestro dulcísimo Ilijo, próximo á morir. Somos ¡oh Reina! aquellos miserables desterrados que por acá peregrinamos suspirando hacia el dulce reposo de la patria feliz. Somos, ¡oh Se– fiora! aquellos extraviados y perdidos que en la oscuridad de este desierto necesitamos quien nos alumbre los pasos, nos muestre el camino y nos sostenga con mano bondadosa en él. Vos sois ¡oh María! este norte celestial, Vos esta guía y segura protección, y hechi– zados por los dulces ecos que á nuestros oídos trae la brillante fama de tu Misericordia en
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