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CAPITULO XI Proteccién del Santo a Villatuerta 1.° Valimiento celestial del Santo.—2.° Amor con amor se paga.—3.° Unafo aciago para Espana.—4.° Inundacién en Villatuerta.—5.° Proteccién del Santo.—6.° Méds tes- timonios.—7.° Nobleza obliga.—8.° Himno a S. Veremundo 1.° Que fué herédica la Santidad de S. Veremundo lo confirma el culto ptiblico que la Iglesia le concede en el altar catdlico. Lo testifican asi mismo los milagros que en vida y muerte ha realizado a favor de sus devotos. Y siendo el milagro exclusivo del Omnipotente, los que le sirve de instrumento para ejecutarlo, como son generalmente los Santos, dan al mundo la sensacién de una santidad heroica. 2.° Hemos demostrado en los capitulos precedentes la gran devocién que esta Villa le ha profesado en el decurso de los siglos. El ha sido el objeto constante de sus amores; Villa- tuerta ha hecho cuanto ha podido por enaltecer su gloria; de generacién en generacién viene aclamando su santidad; en él, con jtibilo, condensa sus intereses, su vida, como lo signifi- cael escudo y sello desu Ayuntamiento que es, como la bandera de la Patria, el sagrado emblema que le simboliza. La mitra y badculo abacial que son sus distintivos estén como diciendo a los de afuera: «En Villatuerta no hay mas que S. Veremundo; éste es su ideal», A este amor y entusiasmo de la Villa, tenia que corres- ponder desde las alturas el esclarecido Santo. La tierra no es la mansion de la gratitud, pero si lo es el cielo donde moran los santos.

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