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=e una grande multa ala Villa, llevandose a demds, presos a Pamplona al Parroco y beneficiados. «En todo el tiempo que duré la guerra vivia la poblacién en un continuo sobresalto, porque las tropas del gobierno ocupaban los puntos mas estratégicos y elevados en sus cer- canias desde donde arrojaban constantemente cafionazos a la Villa, cayendo las granadas en las casas de los indefensos vecinos de los que algunos murieron destrozados por aquellas al producirse el estallido. Hasta el templo parroquial fue blanco de la metralla que abrié6 en sus muros una enorme brecha. Era tal el panico de los vecinos que hubieron de sus- penderse los oficios divinos por la proximidad de las tropas. y el constante fuego que hacian los cafiones desde el alto del inmediato pueblo de Muniain». (1) Hasta aqui el relato de D. José Azagra. Con razén nos decia un teniente del ejército Carlista que tom6 parte en es- tos combates: «Villatuerta quedé deshecho»: Ni aun el silen- cio de los muertos fué respetado en aquellos aciagos dias, pues las losas que cubrian sus sepulturas fueron arrancadas y sacadas del recinto sagrado para ponerlas como parapetos contra los proyectiles enemigos. 5.° Por contera de este capitulo vamos a dar una rela- cién de los que sucumbieron en las dos tltimas guerras civi- les, advirtiendo que no consignamos, por no alargar demasia- do ésta finebre crénica, sino los nombres de los naturales de ésta Villa y alguno que otro fordneo, suplicando 4 los que ésto leyeren una oracién por los extintos. (1) Libro 4.° de Fabrica de esta Parroquia de Villatuerta,

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