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ee D. Severo Adriani, por D. José Azagra, Paérroco de Villatuerta, historia algo de lo mucho que sufrié la Villa en esta guerra. La exposicién tenia por objeto conmover el dnimo del Prelado para que, en vista de la triste situacién en que se hallaba la Poblacién por causa de la guerra, condonara en parte la deuda de 41.000 reales que adeudaba la Villa a la Parroquia por lo que esta habia ido adelantando de sus primicias para hacer frente 4 los gastos y contribuciones que originaba la guerra. Dice asi el afligido parroco: «El dia ocho de Noviembre de 1830 en que muchas tro- pas con las Argelinas acometieron 4 entrar en la Ciudad de Estella, en esta Villa de Villatuerta comenzé el ataque que dur6 todo el dia, llegando hasta las inmediaciones de Estella donde no pudieron penetrar, pero en todo él permarecieron en este pueblo parte de dichas tropas, trayendo 4 él los he- ridos y efectuaron un horroroso saqueo, incendios de edifi- cios y muerte de varias personas de las pocas que quedaron en sus casas, sin que por esto se libertara la Villa de pagar las exacciones que le imponian y exigian ambos combatientes. Después el general Quesada en 1834 impuso 4 la Villa una multa de 2.000 reales por no haber cumplido con un pedido de bagajes, por tener orden en contrario, y hasta hacer efec- tiva dicha multase llevaron en rehenes a Estella todas las caballerias que pudieron recoger en la Poblacién con grande perjuicio de sus indefensos moradores. Ni aun la Iglesia res- petaron los que, siendo cristianos, obraban como sarracenos enemigos de nuestra sacrosanta religién. Penetraron en ella las tropas cristinas y entre otros desmanes impropios del lugar santo, se llevaron nueve casullas, cuatro albas, cuatro manteles de altar, tres vestidos de la Virgen del Rosario, dos estandartes de seda, uno-de S. Veremundo, hasta los hierros con los que se hacen las Hostias para el Santo Sacrificio de la

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