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at pe muy bien tallada que estaba antes en el interior del templo parroquial y al presente esta colocada a la misma entrada del mismo. Lleva dos Ilaves cruzadas en el centro; pero si quere- mos hacer notar la analogia que existe entre la mencionada lapida y el escudo de la misma forma que se observa en el arco de piedra de la puerta de una casa en el barrio de arriba, 4 espaldas de la vivienda Parroquial. gSerd acaso el escudo del Sr. Marqués del Narro? o serd el distintivo del convento | de la Merced de que hablaremos después? | 10.° La magnificenoia de los monarcas de Navarra en premiar a aquellos vasallos que se distinguieron por sus ser- | vicios y fidelidad al trono es notorio en este antiguo Reino. Raro sera el pueblo que no ostente alguna de esas ejecutorias reales, o alguna familia en esos pueblos que no haya sido ob- jeto de la liberalidad de sus monarcas. En Villatuerta las hay y de ellas hemos podido recoger algunas. En 1659 se otorgé Ejecutoria de Hidalgia a D. Martin Osés y otros como des- cendientes de la casa noble de Irisarri de dicha Villa. En 1775 fué concedida también la misma Ejecutoria a favor de la familia Urra por ser descendientes de la casa Basterra de Le- zaun y cuyo escudo Ilevaba como distintivo 4 cuarteles, 3 ba- rras y 3 calderas duplicadas. (1) Otros palacios existian en la Villa como se ve por la escritura de Venta-compra en tiempo de Felipe Ill de Navarra, ya citada, donde se dice que el po- seedor vendia al Rey el pueblo de Villatuerta con sus pala- cios. Pero el tiempo, que en su curso arrolla con todo, no ha dejado de los mismos vestigio alguno que demuestre su exis- tencia. (1) De la obra «Ejecutoria de Navarra» del ilustrado archivero de la Di- putacién D. José Maria Huarte, distinguido amigo del autor de este Esbo- zo histérico, quien se complace en manifestar a dicho sefior su gratitud por sus bondades.
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