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js SBR ria de este reino por su nobleza é hidalguia legendaria, por sus blasones y titulos. Pero con ser estos tan grandes, los Jaureguizar tenian en mayor estimacién, y cifraban con santo entusiasmo su mejor blasén ser descendientes del ilustre na- varro y esclarecido San Veremundo. (1) 7.° Por una escritura antigua se sabe que en el barrio alto de la poblacién, acaso a espaldas de la casa Vicarial, po- seia, entre otras propiedades, su palacio el Sr. Marqués del Narro, hoy transformado en viviendas particulares. De algu- na de estas familias nobles seria, a no dudarlo, el sarcéfago o enterramiento consistente en una gran ldpida con una estatua yacente, que le cubre, finamente labrada y que en la actuali- dad esta colocada en las afueras del templo parroquial, aun- que no es ese su lugar sino el cementerio de donde fué saca- da en una de las tltimas guerras civiles por los soldados, que no respetaron ni aun la silenciosa regién de los muertos, para que les sirviera de parapeto 6 defensa para librarse de las ba- las enemigas. (2) 8.° Nada podemos decir, por no haber encontrado datos que nos den luz del llamado «Palacio de los Izcue» al presente convertido en moradas de niguna importancia arqueolégica. Conserva no obstante en el frontis de la fachada un escudo cuartelado que lleva dos estrellas contrapuestas, emblema de los antiguos caballeros, y dos animales pasantes también con- trapuestos. 9.° Tampoco sabemos el origen de una hermosa ldépida (1) Altadil, Soto de Sandoval. (2) Los vecinos laman a este sepulcro «La piedra de la monja» sin du da por la estatua yacente que tiene la cabeza cubierta con toca monacal que le da aspecto de religiosa. La creencia de algunos, demasiado crédu- los, de que se trata de una monja que, por desobediente, fué convertida en piedra, no pasa de ser un cuento de viejas que excita la risa.
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