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re ) | 78 Colorin Colorado cesitara! ;Bajad esa cuesta con mucho cuidao! Ahora por la portada adelante; siempre adelante, hasta el granero, que pa eso lo tengo preparao y mas limplo que la plata. ;Acercaos a esta mesa! zque si resistira? zNo ha de re- sistir? ;La campana de Toledo que le pusiéramos encima! jld bajando poco a p co y todos a la par! ;Pocoa poco... poco a poco... poco a poco! ;Ya esta! Dieron un gran resoplido de descanso aquellos seis hombres de raza herctlea, y en seguida, a una indicacién del sacristan (que es el autor de toda la charla transecrita) empezé el car- pintero del pueblo, provisto de las herramientas neceésarias, a desclavar el enorme cajén donde venia el objeto precioso y. venerando, seguido en la operacién con anhelante curiosidad por mas de un centenar de personas, que se agrupaban y se apretaban en torno a la mesa. Desclavadas las tablas, aparecié un segundo artefacto he- cho de listones, que se cruzaban de mil modos, formando un laberinto; y en pos de él mucho papel grueso y de colores, ' y luego, rizos, y después mas papel, pero fino y suave como la seda, y por ultimo como visién luminosa, lo que todos espera- ‘ban, el “Paso hermosisimo de la Flagelacién”. ' Un “jah!” prolongado de estupor broté a un tiempo de todos los labios, al aparecer aquella maravilla. ; Verdaderamen- te era bellisimo todo aquello y parecia vivo! Y aun campeaba mas su bsileza, envuelto como se veia en- tencés en una franja de luz, que penetraba por la ventana y hacia resaltar sus ribetes dorados. Estaba Nuestro Sefior un poco inclinado hacia adelante, con las espaldas sangrientas y las manos ligadas y sujetas a una columna de un metro, 0 poco menos, de elevacién, el rostro angustioso y la mirada suplicante, como si demandara socorro; y detras de El dos figuras de hombres desalmados, con el brazo en alto, enarbolando sendos latigos y en ademan de con- tinuar descargandolos sobre El. ~—Conque zsus gusta 0 no? preguntd, sonriendo triunfalmen- te, el sacristan. Me esto cosa buena, 0 no es cosa buena? Todos oontestaron con gran entusiasmo que si, y é! afia- did: —{Ah! pues gracias a mi zeh? Porque ya te dije yo al. Mosen: si quiusté acertar, escriba usted al hermano que tengo yo en Valencia, entiéndase con él, y de lo demas respondo yo. Y asi ha resultao. En fin, que el “Paso” gusté mucho, y todos io celebraron, y todos aplaudieron.

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