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46 Colorin Colorado | —Porque le participo a usted que soy catdlico, y ademas francés, y ademas turista que acaba de ‘recorrer todas las pro- vincias de Espafia examinando y asombrandome de sus glorias, singularmente de sus glorias religiosas. —Que son muchisimas. —Muchas. Después de Francia, mi patria, es sin duda Es- pafia en eso la primera nacién del mundo. ~—zComo, después de Francia? No después de Francia, sino antes que Francia. —zEh? —Lo que usted oye. ~—zY se atreveria usted a sostener en serio semejante afir- macién? —zSostener eso yo? Sostengo un cahiz de trigo, 0 sea, seis robos, cuando me lo ponen encima, conque... ;calcule usted! —Vamos a ver, dijo el francés al tio Anton, corriéndose un ’ poco en el banco y acerdandose a él, en una actitud entre ri- su@fia y rétadora: zdénde ha habido mas santos, en Francia o en Espafia? —Pues en Espafia, tontico. —VYo aseguro que en Francia. —Yo sostengo que en Espafia. —gApostamos algo? ~—Apostemos. —ZY qué apostamos? —Su sombrero de usted contra el pafiuelo mio. Su sombrero es excelente, pero mi pafiuelo no le va en zaga, porque es de seda pura y vale sus buenas pesetas, conque zesta usted conforme? —Conforme. Y la apuesta se va a verificar del siguiente modo. Se van a citar aqui por ambas partes santos franceses y espafioles. Cuando yo nombre un santo francés, le arranco a usted un pelo de la cabeza, y cuando nombre un santo espa- fiol, me arranca usted a mi otro, y el primero que esté mas de un minuto en silencio sin nombrar santo de su nacidn, pierde la apuesta y la prenda que se juega. zLe agrada la idea? —Maja es como ella sola, y ya siento prisa en verla reall- zada, conque empieze usted, y vamos a ver cual deja esta tarde mas pelos en esta plaza, y quién de los dos se queda con la cabeza a la santimperie. Cerré entonces un instante los ojos el francés, como para conoentrar sus ideas, y diJo en seguida: San Luis Rey de Fran- cia, y le arraneé un pelo al baturro, a lo que contestéd éste ne ay