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40 Colorin Colorado Y¥ usted no se olvide de su promesa, que lo que me dio €s muy poco, y aunque en Madrid yo voy por la calle, e] precio de las cosas va por las nubes. Le quiere mucho y le abraza su afmo. hijo, SATURNINO. PAMPLONA, 18 DE OCTUBRE Querido hijo: gLo ves? Ya empiezas a ‘tropezar, y siempre en el mismo ladrillo, es esa maldita pereza que te domina. Por- que esa tarjeta debiste escribirla, no el dia 9, sino el dia & de octubre. Llegar, y escribir a tu padre. Eso es lo elemental. Pues a ver si no tienes peréza para ganarte la matricula de honor. Yo sé que puedes. Y si puedes, debes. No te perdonaré una derrota en ese terreno. zConque has hojeado ya mi libro y te ha gustado? j;Qué cosas tenemos los padres! Y a mi que me parece que, no sola- mente no lo has leido, que ni siquiera has soltado el bramante que sujeta el periddico que lo envuelve...! Qué quieres? El corazén me lo dicta asi, y mira qué el corazon me engafia a mi muy pocas veces. — Pues haraés muy mal en no leerlo, porque esas paginas santas han sido mil veces manantial de consuelo, y fuente de ense- . fianzas para esta familia. Que sea 6] durante el curso tu mejor amigo, y ya verdés como te infunde alientos para todo, para estudiar y para vivir contento. Tu afmo. padre, FERMIN. MADRID, 8 DE NOVIEMBPRE Querido padre: zConque el corazon le engafia a usted muy pocas veces? Pues mire usted jahora le ha engafiado! ¥Y 206- mo podia ser otra cosa? 4Por qué habia de mentirle yo a usted, faltando ademas a la palabra que le di? De ninguna manera. Aqui esta su libro ocupando el puesto de honor en mi di- minuta biblioteca y en mi estimacién. Todos los dias leo un ratito en él. Y ;vaya libro! El estilo es senoilio, pero los per- sonajes que desfilan por él aturden por su grandeza moral, por sus comunicaciones con Dios y por sus penitencias. Y yo, aunque no siento grandes aspiracionés a ser santo, sino a ser médico, zquién sabe si, esforzandome con esos ejemplos, no flegaré a ser un “santo médico”? Porque médicos y santos fueron San Cosme y San Damian, si no miente la historia. En fin, de menos nos hizo Dios. Ahora, otra cosa; y bien di- ferente. . El] primer mes, como usted ve, ha caducado. Muchos discf-—
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