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230 Colorin Colorado ~—zHa visto usted qué espectaculo? ~ZQué sucede? ~zNo lo ves?, un hombre robusto y fornido, a caballo, oo- mo un patriarea, y un chiquillo débil y enclengue, a pie. —jDe veras! }Eso es no tener vergienza! ~—WNi vergiienza ni consideracién alguna a la debilidad de esa tierna orlatura. Al salir del pueblo, el tio Marcial,—que asi se Hlamaba el viejo—, le dijo a su nieto: ~—Ven aqui, Saturnino, y demos la vuelta de campana; mon- ta td en el burro y yo iré a pie, porque parece que na sienta bien a las gentes el vernos caminar de esta manera. Hicieron, efectivamente, el trastrueque, entrando de ese modo en la aldea siguiente. ; Pero entonces los vecinos de ella se cebaron en el pequefio. y decian indignados: ~gFijate, fijate en ese nene! ~ Ya lo veo, yal —Un chico agil que en cuanto Ilegue al pueblo se pondra quiza a jugar al marro, jtan fresco encima del burro y el viejo, que no puede arrastrar la garra a ple! ;No hay para darle un cachete! ~jVeinte le daria yo, si fuera hijo mio! —}Qué juventud nos viene! —1¥ que lo digas! En vista de esto, cambiaron de método, y, montando en el burro los dos a un tiempo, entraron asi en la aldea préxime. V aqui fué ella, porque los vecinos de aque! pueblo salle ron entonces en defensa del burro, y exclamaban enoolerizados: ~—gHa visto usted qué pareja de sinvengiienzas? ~—jNo me hables que da grima ver eso! —Un burro como una cabra jy llenarlo de gente desde Ia cabeza hasta la cola! 4 Esta eso bien? —1 Qué ha de estar eso bien! ;Eso no esta ni medio bien! Hay que tener caridad con todo el mundo... hasta con los burros. ~Eso mismo. O somos 0 no somos. 2No te parece? ~Claro que si. Desorientados ya totaimente tanto el abuelo como ei nieto, al oir las nuevas murmuraciqnes, bajaron del asno los dos y en la primera aldea entraron a pie Ilevando el burro delante. Y entonces si que hubo burlas, risas, chistes y cuchuftetas para los pobres viajeros. —Oye, ohico, ;ven aqui a ver una cosa nuéval ~4Qué pasa?

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