BCCPAM000R48-1-33000000000000

_ 42 Colorin Colarado gentuza? Ningun perro puede comunicar con esa banda de verdugos, asesinos y ladroneés, sin manchar su reputacion. Ni td tampoco. No puedes irte, “Menino”, y no te iras. Ha ilegado nuestra hora, la hora de manifestar fidelidad a nuestros amos y morr con honor. “En Espafia comienza a amanecer”. Ama- nece ya. Esta familia de derechas con la cual vivimos esta des- tinada a s€r uno de los sillares del nuevo edificio. Sostengamos su vida, muramOs por ella, alimentandola con nuestra carne y con nuestra sangre, y tendremos asi la gloria de contribuir al resurgimiento de la Espafia, uma, grande y libre. Conque, habla. Contéstame. zQué me dices? —jAy, hijo mio! Para ser un perro, jqué bien te explicas! Pero no me convences. No, no y no. Yo no quiero morir, sino vivir muchos afios, alimentarme bien, divertirme y cazar rato- nes. Si nuestros amos perecen de hambre zqué se me da a mi? Cada uno a lo suyo. Ademas, no creo que han de ser tan rigurosos como dices tu. Tal vez volveran sobre su acuerdo, y dentro de algunos dias... —Como dentro de algunos dias, si nos van a matar hoy mis- mo, para despellejarnos en seguida, untarnos con perejil y po- mernos esta misma noche al sere...? Esta dltima palabra no pudo terminarla el “Chucho”, por- que se abrié en aquel instante con gran estrépito la puerta de la guardilla, apareciendo en el hueco de ella la silueta tragica de la sirvienta de los séfiores marqueses, con un caldero en una mano y un cuchillo de grandes dimensiones en ta otra. —jpLa Sinforosa!! grité el “Menino” al verla, compren- diendo rapidamente lo que aqueilo significaba. Casi al mismo tiempo de dar este grito, lanzé un bufido, did un salto vertival de dos varas y empezé a correr como un loco por la estancia, buscandose una salida. —jAh, granuja! le decia la Maritornes, pecolauléndede cu- chillo en mano. ;No te escaparas, no! Pero no le valié a la Maritornes, y el “Menino” se escapo. Después de girar seis 0 siete veces, veloz como una centella, subié por la pared, aunque era de tabique liso y blanqueado, se agarré con las u4as a una viga y dando un gran resoplido se lanzé a si mismo por los aires, hecho un ovillo, rompid) él oris- tal del montante y cayé de rifiones sobre el descanso de la escalera. Y enderezandose eléctricamente, como sj el trompazo no fuera con él, tomé carrera por el tramo abajo, con el pelo erizado y el rabo hecho una esponja, gritando al mismo tiempo:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz