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264 Colorin Colorado Con el calorcito dei hogar y ei dél almuerzo,; a los veinte minutos ya habia alli un hombre. 2s | Pero entonces es cuando, oo, en pie su mujer, le dijo ctn cierta solemnidad: ~Atiende, Juan, a lo que ahora voy a decirte, porque te advierto que esta hora es para ti casi tan grave como te hora en que nos casamos. No hay familia en el mundo que’ disfrute de un dia siquiera de paz, si no se guarda en ella Ja ley de Dios. Y esto es lo que ha pasado aqui por culpa tuya, de desviarte del buen camine. Pues bien, si ahora no me prometes tu formaimente y por Dios que no has de pisar nunca ia taberna, y que has de con- tentarte con el vino que yo te quiera dar; si no prometes esto, 0 si, prometido, no lo cumples, te lo aseguro, como quien soy, que me aparto de ti y te abandono, dejandote tan solo como estabas el dia antes de casarte conmigo. ¥ ya sabes por expe- riencla que esta mujer navarra dice lo que debe y hace to que dice. Con que, habla. Juan, totalmente acobardado delante de su mujer (porque nada hay mas cobarde que la culpa ni mas fuerte que fa ra- zén), le prometié, no solamente por Dios, sino por todos los santos de la corte celestial, comenzando por San Abd6én y aca~ bando en San Zoilo, rs haria todo lo + aes su mujer le habia pedido. Pero le suplicé con mucha humildad que le diese cada dia siquiera dos litricos de vino. Como dos litros de vino, repartidos en veinticuatro horas, no sOM para tumbar a ningin hombre, la Juana se los con- cedié. Y asi quedaron las cosas.” on ' Werdad €s que no siempre guardé Juan puntualmente lo prometido, porque esto era un poco dificil, ya se ve, pero cumplié lo principal, pues desde aquel dia memorable ni se emborraché Jamas, ni pisé nunca la taberna. : Y¥ ademas siempre volvia a su casa los dias festivos antes de anochecer.

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